“Así como la fundación de La Habana en la costa sur reconoció como causa establecer un lugar de escala en la ruta que seguían los buques que se dirigían a Tierra Firme y a los que venían de esos lugares; su traslado posterior al puerto de Carenas, aparte de lo malsano de su primer asiento y cualquiera que sea el valor de la leyenda del ataque de las legiones de hormigas, reconoció, como primera causa, el establecimiento de una base de operaciones y de aprovisionamiento para los buques que, a partir del descubrimiento de Yucatán en 1517, de las expediciones de Grijalba y de Cortés en 1518 y 1519, respectivamente, a México; y del descubrimiento de la Florida, en 1512, tenían en el llamado puerto de Carenas lugar más seguro, y sobre todo más asequible, que los de Santiago y el de la boca, o lugar a ella cercano, del río Mayabeque. Cuando La Habana se trasladó a su actual asiento no había periódicos, ni en Cuba se publicaban libros. De los hechos importantes se conservaba el recuerdo a veces por actas que de ellos se levantaba, o por los documentos escritos de puño y letra de las autoridades, o por sus agentes.”
“De hechos acaecidos hace mucho sabemos por la tradición o transmisión de noticias, oralmente, de generación en generación. Esto quiere decir que el padre las refería a sus hijos, estos a los suyos, y se continuaba la cadena sin interrupción. Pero de los hechos así recordados se olvidan los detalles y otros se modifican, y llega un momento en el cual lo que se refiere es muy distinto de lo que vieron nuestros abuelos... o los abuelos de nuestros abuelos. Ya los conquistadores, después que abandonaron sus casas y sus tierras cenagosas en la boca del río Mayabeque, lugar propicio a las enfermedades y a las mortificaciones de los insectos y triste por lo poco frecuentado de sus aguas, y después de breves estancias o paradas junto a un bello río de claras y abundantes aguas, han llegado a lo que se les antoja tierra de promisión. Felices y esperanzados "los rudos hijos de la aventura" han llegado a bellísimo lugar no lejos de la orilla de una bahía hermosa y abrigada. Y mientras se entregan a breve descanso, contemplan a su frente el mar, de aguas azules y agitadas y respiran, a pleno pulmón, el aire pletórico de oxígeno. Y la ceiba fue también la primera casa ayuntamiento. A su sombra se reuniría el primer cabildo. Aquellos hombres de lucha y de trabajo, darían a la villa, cuyas edificaciones no habían comenzado, su gobierno. La Habana tendría, por el momento, como templo y como casa consistorial, el abrigo y el amparo de una ceiba, pero tendría su alcalde, con más poder y facultades que los alcaldes de hoy; y tendría también sus regidores, algo parecido a nuestros concejales, y hasta su escribano para dar de todo fe y su alguacil para ejecutar los mandatos del alcalde.”
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