Tuesday, January 18, 2011

1879


José Martí

Enero de 1879 - José Martí trabaja en el bufete de Nicolás Azcárate y después en el de Miguel F. Viondi y Vera. En el de Azcárate conoce a Juan Gualberto Gómez, continúan trabajando juntos en el de Viondi. Da clases en colegios privados.


Nicolás Azcárate

Enero 15 - José Martí es elegido Secretario de la Sección de Literatura del Liceo de Guanabacoa.




Iglesia en Guanabacoa

Enero 22 - José Martí pronuncia discurso en los funerales del poeta Alfredo Torroella, exiliado cubano de regreso en Cuba que acababa de fallecer. Martí recibió gran aceptación de los cubanos por sus palabras sinceras y patrióticas.



Febrero - José Martí Inaugura el “Liceo Artístico y Literario de Regla” (foto de 1944 en Regla - Guía Provincial de La Habana) y habla con motivo del fallecimiento de Torroella.


Iglesia de la Virgen de Regla,
Regla, La Habana

Febrero 28 - Pronuncia discurso en el Liceo de Guanabacoa honrando a Torroella. Continúa activo en las veladas del Liceo de Guanabacoa. En total fueron cuatro las veces que habló en este Liceo: La primera en animada discusión con José R. Leal sobre el realismo en el arte. La segunda fue el ya mencionado de Torroella. La tercera acerca de los dramas de Echegaray (cartas de José Martí a Nicolás Azcárate del 31 de Mayo de 1879 y del 12 de Junio de 1879). Y la última fue en una velada al violinista Díaz Albertini; habiendo sido este discurso clasificado como “sublime” por el periódico El Triunfo mientras que El Progreso describió a Martí como “el más elegante de nuestros oradores”.



Septiembre 17 - Martí es arrestado en su casa cuando estaba almorzando en compañía de Carmen Zayas Bazán y Juan Gualberto Gómez. Juan Gualberto Gómez años más tarde hizo el recuento de lo ocurrido:


Juan Gualberto Gómez

...“Martí vivía en una casita, modesta, pero alegre y limpia, que aún existe: Amistad No 42, entre Neptuno y Concordia. Una mañana en que habíamos trabajado mucho en su bufete, y debíamos seguir trabajando en el arreglo de asuntos de interés para Las Villas, me llevo a almorzar a su casa. Estábamos aún en la mesa, él, su distinguida esposa y yo, cuando sonó la aldaba de la puerta de la calle. Su esposa se levanto y abrió. La saleta de comer estaba separada por una mampara de la sala de recibo; así es que yo no ví al visitante; pero la señora de Martí dijo a éste en voz alta: "El señor que vino hace rato a buscarte, y al que dije la hora que te podía ver, es el que ha vuelto. Dice que termines de almorzar, pues no tiene prisa y te esperará". No obstante esto -lo recuerdo bien- Martí se levanto y, con la servilleta aun en la mano, paso a la sala de recibo. Tras breves instantes, volvió a la mesa y con calma absoluta, dijo a su esposa: "Que me traigan en seguida el café, pues tengo que salir inmediatamente", y siguió para su cuarto. Yo le vi abrir su escaparate, que estaba frente a mí pues yo estaba sentado de espaldas a la sala; buscar de una gaveta unas cuantas monedas, llamar a la esposa a la que dirigió unas palabras que no oí. Servido el café por la sirvienta en esos instantes, vino Martí a la mesa, y de pie sorbió de su taza unos cuantos buches de café, y dirigiéndose a mí me dijo: "Tome su café con calma: usted se queda en su casa, y dispénseme, pero es urgente lo que tengo que hacer". Me dio la mano, tomo su sombrero y se marcho con el visitante para mí hasta ese momento incógnito. Desde ese día y esa hora, no volví a ver más a Martí.


“En efecto, tan pronto como salió de su casa, su esposa, presa de una gran angustia me dijo, con ojos llorosos: "Se llevan a Pepe; ese hombre que ha venido es un Celador de policía. Yo lo ignoraba. Pepe me encarga que le diga a usted que corra y haga lo posible por ver a donde lo llevan y le avise a D. Nicolás de Azcárate".


“Salí en seguida con toda la prisa que me era posible. Al entrar por la calle de Neptuno acerté a ver a Martí con su acompañante a cierta distancia. Ya casi iba a alcanzarlos, cuando vi que en la parada de coches que existía en la plazoleta de Neptuno y Consulado, entraban en un carruaje. Apresuré el paso, tomé otro coche yo, los seguí, los vi descender en la jefatura de Policía, entonces instalada en el mismo edificio de Empedrado y Monserrate que ahora ocupa.


“Cumpliendo el encargo de Martí, avisé a Azcárate. Para éste, que tenía gran influencia en el Gobierno, se levanto la incomunicación y se le permitió ver a Martí. Con Azcárate recibí unas llaves y el encargo de recoger en el bufete de Viondi, una pequeña maleta, para entregarla a D. Antonio Aguilera, Diputado provincial entonces, que quedo en lugar de Martí. A los tres días de su detención salía el vapor correo para España, llevándose a Martí para la Metrópoli, pues tanto por los consejos de Azcárate, como por su propia inclinación a los procedimientos suaves, el general Blanco, Capitán General de la Isla; prefirió deportarlo, a intentarle un proceso.


“Lo repito: desde el día de su detención, no nos volvimos a ver más.”...


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