Monday, December 26, 2011

La Habana cambia su asiento o lugar

Del libro escolar de historia y lectura “Historia Local de La Habana - Grado Tercero” editado en 1949 en La Habana, Cuba por el Dr. F. Armando Muñoz, impreso por P. Fernández y Cia., S. en C. Editores e Impresores Hospital Num. 619. De las secciones o capítulos del libro: “Una población que cambia su asiento o lugar”, “¿Por qué se dio a La Habana su actual asiento o lugar?” y “La leyenda de la Ceiba, la Primera Misa y el Primer Cabildo”: El nombre de La Habana, última de las poblaciones fundadas durante el mando de Velázquez, nombre que también se escribió Havana durante mucho tiempo, lo tomaron los españoles del que tenía el cacicazgo o provincia india, gobernado a la llegada de Narváez y Las Casas por Habaguanex; cacicazgo cuya superficie se correspondía, de modo más o menos exacto, con la de la actual provincia de La Habana. En cuanto a la fecha de la fundación, si bien la señalan algunos como ocurrida el 25 de julio de 1515, en realidad parece, hasta hoy, imposible de precisar. La selección del sitio en que se fundó La Habana, en la costa sur, se explica por hallarse en la ruta de las naves que se dirigían a Tierra Firme y a Santiago de Cuba. Llamaban Tierra Firme entonces a las costas de Venezuela y Colombia -incluyendo a Panamá- que producían, desde comienzos del siglo, oro y perlas, atrayendo, en consecuencia a muchos aventureros. El asiento o fundación de La Habana se hizo en lugar bajo y cenagoso, como lo es casi toda la costa sur de la provincia, por lo cual sus pobladores se vieron sometidos a enfermedades y molestias, incluyendo entre éstas, de seguro, el ataque de insectos, siempre abundantes en esta clase de terrenos. Éstas u otras razones originarían la leyenda de que los habitantes de La Habana trasladaron sus viviendas a la costa norte, huyendo de los molestos ataques de incontables legiones de hormigas.”


“Así como la fundación de La Habana en la costa sur reconoció como causa establecer un lugar de escala en la ruta que seguían los buques que se dirigían a Tierra Firme y a los que venían de esos lugares; su traslado posterior al puerto de Carenas, aparte de lo malsano de su primer asiento y cualquiera que sea el valor de la leyenda del ataque de las legiones de hormigas, reconoció, como primera causa, el establecimiento de una base de operaciones y de aprovisionamiento para los buques que, a partir del descubrimiento de Yucatán en 1517, de las expediciones de Grijalba y de Cortés en 1518 y 1519, respectivamente, a México; y del descubrimiento de la Florida, en 1512, tenían en el llamado puerto de Carenas lugar más seguro, y sobre todo más asequible, que los de Santiago y el de la boca, o lugar a ella cercano, del río Mayabeque. Cuando La Habana se trasladó a su actual asiento no había periódicos, ni en Cuba se publicaban libros. De los hechos importantes se conservaba el recuerdo a veces por actas que de ellos se levantaba, o por los documentos escritos de puño y letra de las autoridades, o por sus agentes.”


“De hechos acaecidos hace mucho sabemos por la tradición o transmisión de noticias, oralmente, de generación en generación. Esto quiere decir que el padre las refería a sus hijos, estos a los suyos, y se continuaba la cadena sin interrupción. Pero de los hechos así recordados se olvidan los detalles y otros se modifican, y llega un momento en el cual lo que se refiere es muy distinto de lo que vieron nuestros abuelos... o los abuelos de nuestros abuelos. Ya los conquistadores, después que abandonaron sus casas y sus tierras cenagosas en la boca del río Mayabeque, lugar propicio a las enfermedades y a las mortificaciones de los insectos y triste por lo poco frecuentado de sus aguas, y después de breves estancias o paradas junto a un bello río de claras y abundantes aguas, han llegado a lo que se les antoja tierra de promisión. Felices y esperanzados "los rudos hijos de la aventura" han llegado a bellísimo lugar no lejos de la orilla de una bahía hermosa y abrigada. Y mientras se entregan a breve descanso, contemplan a su frente el mar, de aguas azules y agitadas y respiran, a pleno pulmón, el aire pletórico de oxígeno. Y la ceiba fue también la primera casa ayuntamiento. A su sombra se reuniría el primer cabildo. Aquellos hombres de lucha y de trabajo, darían a la villa, cuyas edificaciones no habían comenzado, su gobierno. La Habana tendría, por el momento, como templo y como casa consistorial, el abrigo y el amparo de una ceiba, pero tendría su alcalde, con más poder y facultades que los alcaldes de hoy; y tendría también sus regidores, algo parecido a nuestros concejales, y hasta su escribano para dar de todo fe y su alguacil para ejecutar los mandatos del alcalde.”

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